Porque para mì el èxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin desesperarse y tomàndolo con humor. Te invito a reìr conmigo de mi misma.



sábado, 13 de febrero de 2010

Sed de victoria

A pesar de que siempre fui conformista, ya acostumbrada a ser la resagada en todos los aspectos de la vida, hubo un dìa en especial, un momento en el cual tuve la necesidad de sentirme ganadora.
Jamàs tuve afinidad por los deportes ni la actividad fìsica en general, podrìa considerarse que soy una de esas personas que literalmente "no corren ni el colectivo". Pero ese dìa en particular, durante la clase de educaciòn fìsica, allà por los años de la primaria, quise experimentar la adrenalina y la satisfacciòn de ser toda una vencedora y no la constante vencida.
Durante la clase estuvimos trabajando trote, ritmo, respiraciòn y demàs elementos caracterìsticos de un buen entrenamiento fìsico y la clase finalizarìa con una carrera de velocidad. Los alumnos puestos de a dos competìan a lo largo de carriles señalizados con soga y postes ubicados cada tanto. Mi contrincante era la chica màs larga y escuàlida del curso, pero una de las màs veloces. A medida que la fila avanzaba hacia la lìnea de salida, sentìa como el corazòn latìa desbocado en medio del pecho y en mi mente sòlo habìa espacio para una frase que se repetìa constantemente: hoy tenès que ganar. La mirada desafiante de mi compañera (o mi delirio por vencer asì me lo hacìa ver), me taladraba la vista una y otra vez. Finalmente llegò nuestro turno y la orden de salida resonò en nuestros oìdos. A pesar de que aconsejan que el secreto para ganar es mantener el ritmo y no comenzar con toda la fuerza para luego cansarse al final, hice caso omiso a la recomendaciòn y partì con la màxima velocidad que podìan soportar mis cortas piernas. A un lado, cabeza a cabeza, venìa ella flotando casi en el aire, seguramente manteniendo su propio ritmo como correspondìa. Aumentè mi velocidad casi ya al tope, y justo en ese momento tomè un poco de distancia dejàndola atràs. Consideràndome ya la ganadora estando tan cerca de la meta cometì el error màs grande: intentando calcular la distancia que tenìa de ventaja a simple vista, girè inconscientemente la mirada y en ese mismo instante sin percibirlo desviè mi rumbo hacia uno de los lados del carril tropezando torpemente con uno de los postes. Cayendo de rodillas y manos al suelo pude observar còmo mi compañera vencìa ya sin resistencia alguna. No habìa tomado conciencia del accidente ni pensè que hubiera sido tan grave hasta que todos mis compañeros y la profesora se acercaron velozmente hasta donde yacìa en el suelo. La decepciòn de la derrota fue dando lugar al terror en cuanto vì la sangre brotar de todas las heridas que me habìa hecho.
Luego de recibir los primeros auxilios notè que los daños no habìan pasado a mayores, sòlo unos cuantos raspones y un pantalòn inservible desde cuyos agujeros se podìan ver mis rodillas magulladas.
A partir de ese dìa soy casi feliz con lo que me tocò, el tìtulo de perdedora me lo he ganado en buena ley y conste que no es para cualquiera, los desafìo a que me lo quiten, les aseguro que no serà nada fàcil.

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